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Las primeras semanas del
año después de las festividades y las vacaciones son las ideales para
tomar conciencia del modo en que cada uno de nosotros se ha sentido en
un plano físico y mental durante el año anterior. Más nunca es tarde
para empezar, cualquier momento del año sirve para replantearse nuestra
calidad de vida.
El decaimiento, el
cansancio excesivo no correspondido con la actividad realizada; los
dolores de cabeza, los catarros, u otras molestias o infecciones
recurrentes, son indicadores que evidencian un estado nutricional
deficiente.
Elaborar un diario de
los alimentos nos ayuda a identificar qué comemos con frecuencia,
cuándo, cuánta cantidad y cuáles son los motivos que llevan al desorden
alimentario. Para ello conviene ser fiel y anotar qué se come durante
una semana, siempre y cuando haya un hábito alimentario aunque éste sea
desordenado. Éste puede ser el punto de inflexión para comenzar a
aplicar pequeños cambios dietéticos que, al final de un año o menos, se
convertirán en grandes resultados.
Con el fin de acercarse
lo más posible a la situación real es importante especificar al máximo
el tipo de alimento ingerido (leche entera, semidesnatada, desnatada,
con azúcar o sin azúcar), así como la cantidad consumida o la ración
estimada.
El peso de los alimentos
debería ser el método más preciso, como no siempre es posible, podemos
utilizar el sistema de visualización y reconocimiento de las raciones de
los distintos alimentos: un vaso de leche, una cuchara de postre, una
cuchara sopera, dos rodajas de pan, dos galletitas, una taza de arroz,
un plato chico de pastas, etc. |
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Tomar consciencia de lo comido:
Llevar un
registro de los alimentos que se comen a diario, indicando el día,
la hora, el lugar y la cantidad estimativa o las porciones de comida
ingeridas, sirve para conocer de cerca nuestros hábitos alimentarios
y para identificar conductas erróneas.
En cada página
del diario se diseña una tabla con distintas columnas y filas en las
que se incluyen los datos que hay que rellenar: alimentos ingeridos
y forma de elaboración (por ejemplo, verdura frita, al vapor o
cocida) y todos los ingredientes adicionales (aceite, margarina,
manteca o mayonesa); día y hora de la comida; cantidad o ración
consumida; lugar de consumo. |
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